Silvia Lobo
Desde los años ’80, Silvia Lobo ha sido una de las voces más activas y con mayor experiencia internacional, indistintamente en los territorios de la bossa nova, la canción francesa y los standards de la era del swing, tres líneas que la definieron tempranamente como cultura de una genuina canción melódica. Su trabajo de recuperación del repertorio brasileño se adelantó veinte años a los tiempos de proliferación de intérpretes en este
campo.
Nacida como Silvia López, se formó en una familia de profundas raíces clásicas. Su abuela es una famosa pianista francesa llamada Jacqueline Ibels, figura en el Teatro Colón de Buenos Aires, y sus padres músicos también tocaron en la orquesta juvenil de ese escenario, antes de llegar a la Orquesta Filarmónica de Santiago en 1960. Tempranamente, Silvia Lobo estudió piano y cello, antes de pasarse al canto popular como alumna de la primera maestra en esta línea, Inés Délano.
Tras editar el disco Punto de vista, en 1986 viajó a Sao Paulo. Allí se inició como cantante de MPB, actuando en diversos clubes y escenarios con músicos locales. En 1989, Silvia Lobo se trasladó a Francia. Tuvo largas temporadas en escenarios de Niza, Cannes, Jean Le Pin y otras ciudades de la Costa Azul, incluida una actuación en Mónaco para el príncipe Alberto. Durante tres años cantó en formatos variados: dúo, trío, conjuntos mayores y orquestas. Su siguiente estadía en París la conectó con Ángel Parra, quien sumó a Lobo al elenco de voces femeninas chilenas que grabaron el disco Violeta Parra, texto y música (1997), con arreglos del avanzado pianista de jazz Matías Pizarro: Mariana Montalvo, Marta Contreras y Margarita Suárez.
Silvia Lobo regresó a Chile en 1993 y se vinculó al Club de Jazz, compartiendo espacios con las iniciadas cantantes Rossana Saavedra y Claudia Acuña. Cantó con el trompetista Daniel Lencina y el pianista Giovanni Cultrera. En 1996 volvió a viajar a Brasil, esta vez a Río de Janeiro, donde conocería al pianista Marinho Boffa y con quien tendría una extensa colaboración musical en Chile y un disco como resultado: Reencuentro (1996). Su primer gran grupo de bossa-jazz lo integraron Boffa (piano), Pablo Lecaros (bajo) y Alejandro Espinosa (batería), lo que le reportó a Lobo nuevos conocimientos en torno al jazz.
En 1999, publicó el disco Viajes, que presentaba grabaciones realizadas durante toda esa década y que tenía curiosos extremos musicales expuestos en colaboraciones tanto con Ángel Parra como con Willy Bascuñán. En esa época realizó, además, espectáculos basados en los clásicos de la chanson, con el disco Et maintenant (2006). Pero a su trabajo como sicóloga (que desarrolló la metodología de la cantoterapia) siguió conectada a la bossa nova y la MPB, y en 2013 completó la serie con el disco Travesía, junto a su segundo conjunto estable: Roberto Monsalve (piano), Christian Gálvez (bajo) y Rodrigo Gálvez (batería).
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